Imagen: Sede de la Academia Colombiana de la Lengua
Por: Jesús Andrés Imbago Molina
Los admiradores de la caricatura en Colombia celebran el reconocimiento otorgado a Héctor Osuna, quien el pasado 28 de octubre fue designado como miembro honorario de la Academia Colombiana de la Lengua.
Osuna, conocido por su estilo crítico y agudo que retrató durante décadas a figuras públicas del país, se suma así a la más antigua de las academias americanas de la lengua, que desde 1871 ha trabajado en pro de la defensa y evolución del idioma español.
La elección de Osuna se dio de forma unánime, integrándose a una institución que, según el Banco de la República, está comprometida con “trabajar asiduamente en la defensa y progreso de nuestro idioma y velar porque su natural crecimiento no perjudique su propia índole”.
A su vez, la Academia Colombiana de la Lengua ha sido, desde 1960, asesora oficial del Gobierno Nacional en temas lingüísticos, lo cual resalta la relevancia de su papel en la cultura y educación del país.
Héctor Osuna inició su carrera en el mundo de la caricatura en 1959, cuando su trabajo fue publicado en el periódico ‘El Siglo’, retratando con mordaz ironía al general Gustavo Rojas Pinilla en su polémica llegada al Senado.
A lo largo de los años, su destreza gráfica y su capacidad para descomponer en imágenes a figuras de poder le ganaron un lugar privilegiado en la crítica visual de Colombia.
Entre sus obras más reconocidas, figuran los símbolos satíricos de la represión política, como los caballos durante el mandato de Julio César Turbay, o la figura de un elefante a la espalda del monseñor Pedro Rubiano, con los que Osuna sintetizaba en tinta la realidad nacional.
Además de su talento como caricaturista, Osuna se formó en pintura, apoyado por una beca en España, y desde su regreso al país compartió su trabajo pictórico en óleo.
Su paso por medios como ‘El Espectador’, con la tira ‘Rasgos y Rasguños’, consolidó su carrera y su legado como ‘el artista inclemente de Colombia’. En esta faceta, recibió dos premios nacionales de periodismo y, tras declinar en múltiples ocasiones el premio Simón Bolívar a la Vida y Obra, aceptó finalmente el galardón en 2014.
Sus contribuciones artísticas no solo son celebradas en la capital, sino también en Cajicá, donde vive hoy y fue nombrado ‘residente ilustre’ por sus aportes culturales.
El caricaturista sugirió la restauración del águila sobre el parque central de la localidad, símbolo de libertad que desde entonces recuerda su lucha y su arte.
En palabras de su amigo, el Nobel Gabriel García Márquez, quien describió su aguda visión:
“Todo en él es de un rigor sacramental: su atuendo metódico, su urbanidad milimétrica, su edad de niño… no está tan pendiente de los gestos como de los pensamientos menos pensados que se quieren esconder detrás de las palabras”.
Este reconocimiento de la Academia Colombiana de la Lengua reafirma el legado de Héctor Osuna, un maestro de la sátira que ha sabido inmortalizar la esencia de su país, y que ahora, desde esta institución, contribuirá a la preservación del idioma español y de la cultura nacional.