Por: Oriana Torres
El canal de aguas negras, que debería convertirse en fuente de vida que corra por el barrio Doce de Octubre, se ha vuelto un foco preocupante de contaminación. Los residentes han adoptado por la costumbre de arrojarle desechos, al depositarle bolsas repletas de basura, botellas de licores, jugos y gaseosas.
Esta práctica irresponsable ha llevado a la acumulación de desechos, lo que ha generado proliferación de parásitos y bacterias perjudiciales para la salud humana y animal, al igual que propicia la polución y malos olores.
El entorno del cauce a menudo alberga una variada fauna, incluida la de aves, roedores, perros y gatos, que se ven afectados por esta situación. Estos animales se congregan en el área para buscar alimento entre los desechos arrojados por los residentes, lo que representa un riesgo adicional para su salud.
El canal de aguas es una frontera natural para cruzar hacia el barrio Sindical, donde se encuentran dos colegios, uno de bachillerato y una escuela primaria. Los niños que viven en el barrio Doce de Octubre y asisten a estas instituciones educativas se ven obligados a atravesar este cauce a diario, exponiéndose al riesgo de salud que representa este entorno insalubre y a los malos olores.
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Desde el estamento docente a cargo de la promoción del cuidado del medioambiente en una de las sedes cercanas al desagüe se han liderado esfuerzos para contrarrestar la contaminación en colaboración con los estudiantes. El último de ellos este año fue el de una actividad de limpieza para retirar desechos y sembrar árboles frutales a los alrededores.

Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la polución sigue siendo una amenaza constante para la salud de los alumnos y el personal docente.
Esta situación perjudica en mayor grado a los usuarios cotidianos que deben transitar por el sector para ir a clases. De ello dio cuenta un menor de edad, estudiante de bachillerato, quien compartió su experiencia de enfrentar los riesgos y molestias causadas por el caño.
“Salir de la escuela alrededor del mediodía, cuando el sol está en su máximo esplendor, se convierte en un desafío debido al fuerte olor emanado por el canal”, precisó el menor. Además, relató cómo la presencia de moscas y otros animales, hurgando en la basura cercana al albañal, crea un ambiente poco saludable y peligroso para los estudiantes que deben cruzar esa zona para llegar a sus hogares.
Uno de los principales responsables de la generación de desechos que afectan la zona son los vecinos que residen frente al cauce y los habitantes de calle.
La falta de conciencia ambiental y la disposición incorrecta de residuos por parte de los usuarios tienen un impacto significativo en la acumulación de basura. Esta problemática se ve agravada por la conducta similar de otros vecinos que viven frente al canal, lo que ha provocado una proliferación alarmante de desechos en el área.
De la razón de las causales, el presidente de la Junta de Acción Comunal, JAC, del barrio Doce de Octubre, Linfor de la Cuesta Zuluaga, se pronunció al respecto.
“La política actual de gestión de residuos en el barrio incluye operativos de limpieza cada ocho días”, indicó De la Cuesta. Sin embargo, admitió la falta de una estadística concreta sobre el número de residentes que arrojan desechos al desagüe.
A pesar de los esfuerzos de la JAC por realizar pedagogías y publicaciones para concientizar a la comunidad, lamentó que muchas de estas iniciativas sean ignoradas.
En cuanto a las medidas específicas implementadas para abordar la polución del cauce de aguas residuales, De la Cuesta Zuluaga reconoció la dificultad de la situación.
“A pesar de los esfuerzos de la JAC, la falta de cooperación por parte de algunos residentes dificulta la resolución del problema”, se lamentó el presidente. Sin embargo, se comprometió a seguir trabajando en soluciones efectivas para mejorar la calidad de vida de la comunidad y proteger el medioambiente.
Desde otros sectores se ha reiterado sobre las causas de la contaminación que se cierne sobre el barrio Doce de Octubre. Milenci Palacios González, gestora ambiental de la comuna 12, compartió sus observaciones sobre la problemática ambiental en la zona.
Palacios explicó: “La contaminación del caño de aguas negras tiene múltiples fuentes, incluyendo la contribución de habitantes de calle y personas que arrojan escombros al cauce”.
A pesar de los esfuerzos de sensibilización y limpieza realizados por la comunidad, la falta de continuidad en estas acciones dificulta el control de la contaminación.
De ahí que Palacios mencionó tener conocimiento sobre enfermedades en la comunidad debido a esta problemática, pero los reportes de enfermedades causadas por la contaminación suelen dirigirse a Emcali, encargados de la limpieza del cauce, en lugar de llegar directamente a los gestores ambientales.
En relación con los proyectos futuros, la gestora ambiental precisó que se implementó una cerca de madera plástica alrededor del caño, hace dos años, pero su mantenimiento ha sido irregular.
En la actualidad, los gestores ambientales continúan sensibilizando y educando a la comunidad sobre la importancia de mantener el entorno limpio y saludable.
Es por lo anterior, que en colaboración con el Comité Ambiental de la comuna 12, se trabaja en la preservación de la flora y fauna en los alrededores del caño. Sin embargo, el cuidado de la flora es responsabilidad de entidades como el Departamento Administrativo de Gestión del Medioambiente, DAGMA, quienes realizan podas y mantenimiento cada tres a cinco meses.
A pesar de los esfuerzos, las actividades realizadas para abordar el problema de los habitantes de calle no han tenido el impacto esperado. Aunque se logró desalojar a algunos durante unas pocas noches, de manera rápida volvieron a ocupar el espacio.
“La falta de conciencia representa un desafío constante en la lucha por mantener el entorno limpio y seguro. Se requiere un esfuerzo conjunto y sostenido de todos los involucrados para abordar esta situación de manera efectiva”, afirmó la gestora Palacios.
Desde la comunidad se levantaron voces sobre la problemática. Hilary Lizeth, una madre, residente afectada, dio su visión sobre cómo la contaminación del drenaje de aguas negras perjudica su vida diaria y la de su familia. “Los más afectados por esta emergencia son los niños, cuyos sistemas inmunológicos son más vulnerables”, advirtió.
La exposición constante a la insalubridad ha provocado un aumento alarmante en las enfermedades de la piel y las infecciones respiratorias entre los más jóvenes. Por ello esta madre afectada comentó: “La proliferación de mosquitos, que se alimentan de la sangre de los niños, ha incrementado aún más la situación”.
Ella relató cómo su bebé ha sido uno de los que ha presentado enfermedades en la piel debido a la alta suciedad en el área. Esta situación la obliga a mantener las puertas cerradas para evitar el mal olor proveniente del desagüe, generado por los desechos arrojados, tanto por los habitantes de calle como por los residentes del barrio.
Desde la perspectiva de los profesionales de la salud, la enfermera Alejandra Castañeda comentó: “Es evidente que esta situación representa riesgos significativos para la salud. La exposición constante a la impureza del agua puede tener consecuencias graves, especialmente para los más vulnerables, como los niños, cuyos sistemas inmunológicos aún se están desarrollando”.
Para la enfermera Castañeda “la suciedad del agua puede desencadenar una serie de problemas de salud, desde enfermedades de la piel como dermatitis y eczemas hasta infecciones respiratorias como bronquitis y neumonía”.
Castañeda agregó: “Las estadísticas muestran que el 45 % de los casos de dermatitis infantil están relacionados con la contaminación del agua en áreas urbanas similares. Además, la proliferación de mosquitos alimentados por la sangre de los niños, incrementado por la polución, aumenta el riesgo de enfermedades transmitidas por vectores como el dengue y la malaria”.
A pesar de los esfuerzos del presidente de la JAC de realizar campañas y pedagogías para resolver el problema, Castañeda ve con frustración que muchos residentes continúan arrojando sus desechos al albañal.
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De ahí que la enfermera haya propuesto “la presencia de autoridades o vigilantes para supervisar y sancionar a aquellos que incumplen con las normas de disposición de residuos”, con el fin de acabar con esta práctica dañina para la comunidad y el medio ambiente.
Sobre este panorama también dan cuenta personas que han estado al frente de la problemática. Como el extrabajador de recolección de basura de la zona afectada por el caño, quien optó por la reserva de su identidad, dado que aún tiene vínculos laborales con el sector.
“Puedo dar fe de los peligros que representa este problema ambiental. Durante años, fui testigo directo de cómo el cauce contaminado afectaba no solo el entorno, sino también la salud de quienes vivían y trabajaban cerca de él”, precisó el trabajador.

Además, relató sobre el impacto que tuvo en él la afectación por la contaminación producida por el caño.
“El constante contacto con desechos y residuos en descomposición tenía repercusiones directas en mi salud. Problemas respiratorios, dermatológicos y gastrointestinales se convirtieron en parte de mi vida diaria. El olor penetrante y nauseabundo del caño era omnipresente, haciendo que cada jornada laboral fuera una lucha por mantener la compostura”, precisó.
En forma adicional a los efectos físicos, también sintió el impacto sicológico en sus colegas y en sí mismo. Comentó que la sensación de impotencia al ver la magnitud del problema y la falta de acción por parte de las autoridades los sumía en un estado de desesperanza y frustración.
“Mi decisión de dejar ese trabajo fue motivada en gran medida por mi preocupación por mi salud y por el bienestar de mi familia. Aunque ya no esté en la línea del frente de la recolección de basura, sigo siendo consciente de la urgencia de abordar la contaminación del caño y sus consecuencias devastadoras para la comunidad”.
En el barrio, la contaminación del canal de las aguas residuales es un riesgo que impacta tanto a residentes como a comerciantes locales. Como a Antonio Moreno, vendedor ambulante de arepas rellenas
“La fetidez del ambiente se convierte en un obstáculo permanente. Aunque mi ubicación frente a dos colegios suele garantizar un flujo constante de clientes, el hedor nauseabundo ahuyenta incluso a los más hambrientos”, afirmó el vendedor de arepas.
Moreno mencionó: “El impacto en mi negocio es innegable. La reputación de mi puesto se ve afectada por la atmósfera viciada y la constante necesidad de llegar temprano para limpiar los desechos es una carga adicional que dificulta mi trabajo diario”.
Ante esta problemática, “adopté medidas para reducir mi contribución a la contaminación. Mantengo mi puesto impecable, recogiendo los desperdicios míos y de mis clientes para luego desecharlos en casa. Aunque por las campañas de limpieza municipal se realiza su labor, la falta de conciencia ciudadana hace que la basura vuelva a acumularse rápidamente”.
La lucha contra la polución es una responsabilidad compartida que requiere un compromiso colectivo por parte de la comunidad.
Cristian Méndez, representante del grupo ambientalista en el barrio Doce de Octubre, dio su evaluación sobre el estado actual del caño de aguas negras. Y reconoció que “el cauce, más que un simple canal de agua residual, es un símbolo de la falta de cultura ciudadana en cuanto a la disposición de desechos”.
“Emcali, la empresa de servicios públicos, se involucra activamente en la limpieza del drenaje, utilizando maquinaria para sacar la basura acumulada, que incluye muebles y colchones, entre otros desechos”, indicó el ambientalista.
Sin embargo, Méndez y su equipo proponen medidas adicionales, como “la instalación de mallas electrosoldadas en los caños”, para prevenir futuros problemas ambientales y mantener el cauce limpio y seguro para la comunidad.
La labor del grupo ambientalista no se limita solo a la limpieza física del caño, sino que también incluye la educación y sensibilización de la comunidad sobre la importancia de preservar el entorno natural. Estas acciones son fundamentales para combatir la problemática y promover un ambiente más saludable para todos los habitantes del barrio, sostienen sus participantes.
Algunas de esas acciones ya han empezado a calar en la comunidad. El testimonio anónimo de un dueño de una tienda de los alrededores del caño reveló la disposición para colaborar en la reducción de contaminación y mejorar la gestión de desechos en el barrio.
Por ello el tendero reconoció el impacto de sus residuos en el desagüe de aguas negras y se mostró dispuesto a participar en iniciativas de reciclaje y limpieza comunitaria.
La disposición de este comerciante para contribuir a solucionar la problemática del cauce demuestra la importancia de la colaboración entre todos los actores involucrados en la búsqueda de soluciones para un ambiente más saludable y sostenible en el barrio Doce de Octubre.